La pregunta que más nos hemos hecho los seres humanos a lo largo de la historia y lo he comprobado en mi trabajo como Coach y en mis conversaciones con colegas, es “¿Cómo encuentro un sentido en mi vida?”
Todos estamos hambrientos de sentido, de propósito, de experimentar que nuestra vida vale la pena.
La búsqueda de sentido es una de las exploraciones más importantes que puede realizar un ser humano. Pero no se puede encontrar debatiendo el significado de la vida en tu cabeza. El significado no es una construcción intelectual, no es algo que puedes definir con palabras. El significado es una experiencia que se siente. Si piensas en el significado de tu vida, nunca lo encontrarás, por el contrario, lo que necesitas es experimentar tu vida como algo significativo.
Sin embargo, muchas personas fallan en su búsqueda de significado porque se enfocan obsesivamente en lo que les falta en la vida. El mayor error es que no se hacen las preguntas correctas, porque ni siquiera tienen clara la definición de sentido de vida. Y aunque es una pregunta que ha sido respondida por miles de personas a lo largo de la historia, pensadores, filósofos, etc., hoy puedes verla de una manera más simplista, el sentido es como una operación matemática de suma o resta, mientras más aspectos con suficiente valor personal haya en tu vida, más sentido encuentras, y mientras menos aspectos con valor haya en tu vida, menos sentido.
Afortunadamente, los seres humanos tenemos recursos: tenemos infinitas formas de encontrar significado e infinitas fuentes potenciales de significado. Cuando hay una intención detrás, podemos encontrar significado en cada escenario, cada momento, cada entorno. Podemos encontrar significado en lo sublime, en lo absurdo, en lo aburrido, en lo excepcional, o incluso en lo miserable de la vida.
Estamos en nuestro mejor momento cuando dedicamos nuestro tiempo a algo más grande que nosotros mismos. Esto podría ser la fe religiosa, el trabajo comunitario, la familia, una causa política, una organización benéfica, un objetivo profesional o creativo.
Los estudios han demostrado que las personas que pertenecen a una comunidad y persiguen objetivos compartidos son más felices que las personas que no lo hacen.
Piensa en lo que más valoras en este mundo (tu familia, el aprendizaje, la fe, etc.). Una vez que lo hayas identificado, busca personas de ideas afines y comiencen a trabajar juntos. Cuando compartes con otros eso que es importante para ti, la sensación de realización y significado se incrementa exponencialmente.