Te acuerdas de esta frase de la película: “Un pez le preguntó a otro: ¿Sabes dónde está el océano?, tengo años buscándolo; el otro pez le contestó: Si!, estás en él, y el otro le contestó: pero… si esto es solo agua…”
Esto nos ha pasado a muchos, cuando la obsesión por perseguir un ideal nos llega a cegar e impedir ver la maravilla que está sucediendo a nuestro alrededor en este instante.
A veces, buscamos desenfrenadamente la plenitud, la felicidad, en fin, tantas cosas, y no nos damos cuenta de que ya la estamos viviendo.
Nuestra cultura refuerza más que levantemos la cabeza y busquemos la meta a lo lejos, el resultado final, pero no tanto en que nos miremos a los pies y nos conectemos con el presente, con lo que nos está sucediendo en este momento, de manera que se nos dificulta más experimentar el camino, “el aquí y el ahora”.
He estado entrevistando a distintas personas para la segunda temporada de mi Podcast, cuyas historias son inspiradoras y con importantes lecciones de vida en su búsqueda de lo que ellos han definido como éxito.
Para muchos el éxito es una parte importante de la felicidad, sin embargo, lo más interesante es que he logrado rescatar una visión común que tienen de la vida, donde la búsqueda del éxito o incluso la felicidad son conceptos dinámicos, no “son”, sino que “están siendo”.
Es decir, tienen una mirada “fragmentada” de la vida, por ejemplo, cuando les preguntaba si eran felices, el tipo de respuestas que daban son: “No puedo decirte si soy feliz, pero lo que sí te puedo decir que es procuro que cada día de mi vida me sienta feliz con lo que soy y lo hago, tengo muy claro las cosas que me dan felicidad y trato de mantener un balance en mi vida para que siempre o casi siempre mi día tenga de esas cosas (por ejemplo, ir con mis hijos al parque, cenar con mi pareja, visitar clientes, etc.), hay días que lo logro y hay días que no.
Mira cómo un concepto que podría ser tan utópico, idealista e incluso complejo, como la felicidad, adopta de repente una mirada tan pragmática y cotidiana que se vuelve tan fácil de llevar a tu vida, en lugar de pretender sacar saldos positivos o negativos de tu vida.
Es decir, la clave es mirar el HOY, diseñar tu presente, permitirte experimentarlo y ser capaz de reconocer que hoy fuiste feliz, a pesar de que ayer haya sido el peor día de tu vida.