Entierra las cenizas de la guerra. Deja el conflicto atrás. Perdónalos y perdónate.
Empecemos por definir lo que es perdonar. Perdonar es una decisión que tomamos de forma consciente y deliberada para liberarnos de sentimientos de resentimiento o venganza hacia otra persona o grupo de personas que nos han herido, independientemente de si ellos merecen el perdón o no.
Es tan importante definir lo que es el perdón como definir lo que no es. Perdonar no es lo mismo que olvidar, o que buscar excusas al comportamiento del otro o pretender que nada pasó. El verdadero perdón no exige sentir emociones positivas hacia la otra persona, pero si al menos dejar ir las emociones negativas.
Perdonar nos permite tener paz interior, a encontrar nuestro centro y liberarnos de la ira y el rencor. Incluso nos ayuda a fortalecer nuestro amor propio, nuestra autoestima, y nos da una sensación de seguridad y fortaleza interior, permitiéndonos sanar y seguir adelante con nuestra vida. De manera que perdonar sí tiene mucha importancia y nosotros somos los primeros beneficiados.
Perdonar puede llegar a ser muy difícil, sobre todo cuando el daño o el dolor es muy profundo, como una traición, un crimen, bullying, etc, cuando tu yo interior ha sido gravemente lastimado. En esos casos, perdonar es la mejor medicina.
Te voy a compartir algunas ideas de lo que puedes hacer para practicar el perdón:
- Perdonar es como un músculo, empieza ejercitándolo lentamente. Por ejemplo, empieza haciendo esfuerzos conscientes de no hablar mal de la persona que te ha herido. No tienes que decir cosas positivas sobre él o ella. Eso ayudará a ubicar tu pensamiento y corazón en un lugar distinto.
- Practica el músculo de la bondad y el amor. Demuestra pequeñas acciones cada día, por ejemplo, sonríe al cajero de la tienda o de la gasolinera, escucha a un amigo, dale paso al otro mientras manejas, etc. Mostrar amor y bondad cuando no es necesario, te enseña a ser más compasivo con los demás.
- Canaliza tu dolor: es importante identificar quién te ha lastimado y cómo. Esto puede parecer obvio pero te ayuda a separar aquellos actos que fueron injustos de los que no, por ejemplo, no necesitas perdonar a tu pareja o hijo porque sus imperfecciones son inconvenientes para ti. Necesitas mirar cuidadosamente a los que te rodean e incluso a ti mismo o misma, e identificar quién te ha lastimado y cómo, qué tipo de dolor te ha causado. Hacer esto te permitirá saber quién necesita ser perdonado en tu vida y sabrás por dónde empezar. Mientras mayor es el dolor o la herida, más importante es perdonar, con el propósito de encontrar salud emocional. Quizás esto lo puedas lograr solo o con ayuda de un profesional.
- La empatía ayuda a perdonar: científicos han encontrado que las personas cuando perdonan o se imaginan perdonando, son más propensas a mostrar empatía. De manera que si tratas de entender detalles menos obvios de la vida de la persona que te ha lastimado, probablemente puedas ver sus propias heridas y empezar a sentir algo de empatía hacia esa persona, reconociendo así su vulnerabilidad. Darte cuenta de que al final, todos arrastramos heridas nos ayuda a abrir la puerta al perdón.
- Perdónate a ti mismo o a ti misma: Tendemos a ser más duros con nosotros mismos que con los demás, y nos cuesta más mostrarnos amor a nosotros mismos. El perdonarnos es honrarnos a nosotros mismos como personas. Si has roto tus estándares personales seriamente, corres el riesgo de caer en el auto-desprecio, en la falta de valoración propia, cuando esto sucede, no te cuidas a ti mismo y buscas formas de auto-castigo (comiendo de más o privándote de la comida, durmiendo poco o demás, fumando o consumiendo alguna droga, entre otras muchas formas. Por eso, es tan importante reconocerlo para poder moverte hacia la auto-compasión y el amor hacia ti mismo.
Recuerda que si para ti es difícil perdonar o perdonarte, no significa que falles al intentarlo. Perdonar es un proceso que toma tiempo, paciencia y determinación. Trata de no ser tan severo contigo mismo, busca la paz interior y la auto-aceptación. Trátate a ti mismo como tratarías a alguien a quien amas profundamente.