Desde pequeños nos inculcan que tenemos que seguir el “deber ser”, y eso implica ser y hacer lo que la mayoría, el sistema nos empuja a perseguir estándares sociales más que a construir los nuestros propios en función de nuestra identidad personal. Como si todos deberíamos seguir el camino marcado por la sociedad. Y los que intentan ser diferentes desde pequeños y les hacen ocultar esa diferenciación e incluso avergonzarse de ella, porque se sale de los patrones establecidos.
Lejos de querer generar esa presión en los niños, es entonces cuando se debe comenzar a fomentar que la diferenciación es buena y que cada niño o niña es como es. Nadie es igual a otro, somos únicos e irrepetibles, y debemos comenzar a valorar nuestras diferencias y sentirnos cómodos con ellas.
Tendemos a compararnos siempre con nuestros iguales y esperamos encontrar a personas con las que sentirnos identificados, porque buscamos patrones de unión para sentirnos partes de un grupo. Aquellos que se salen de esos patrones igualitarios tendemos a mirarlos de forma diferente y en muchas ocasiones, a juzgarlos y excluirlos, cuando realmente deberíamos integrarlos por lo que pueden aportar.
Cuando tu autoestima está bien consolidada, crees en ti, te sientes merecedor de lo mejor y sabes ser tú mismo (te sientes cómodo en tus propios zapatos), no tienes la necesidad de parecerte a nadie ni ser la copia de nadie.
Por el contrario, cuando buscas imitar a los demás, se llegan a desdibujar los límites entre el tú y el yo, ya no se sabe qué es tuyo y qué es mío porque es tanta la confluencia que creo que el grupo me representa. Lo colectivo ha sido más fuerte que mi individualidad, y no me ha permitido ser original, ser distinto.
Perderme en la multitud es limitar la posibilidad de brillar con luz propia y estar dependiendo de un foco de energía externo. Es como dejarme llevar por la marea y perder de vista hacia dónde quiero ir. Es como dejarme llevar por el ruido que más predomina a mi alrededor y ahogar el susurro de mi propia voz.
¿Para qué tratar de parecerme a alguien o para qué seguir un estereotipo, una imagen social, un comportamiento de un grupo que esté lejos de mis valores personales?
Reconócete y muéstrate al mundo tal cual eres, no como los demás quieren o esperan que seas, dale voz a tus propias necesidades. Deja que hablen tus gustos, tus intereses verdaderos, que surjan tus propias ideas y que actúes en base a tus creencias y a tu forma de ver el mundo.
Es mejor ser la primera versión de ti mismo, que la segunda versión de alguien más…